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EL ARTISTA / Alonso Alonso

El artista necesita especialmente desarrollar el instinto de expansión, de manifestación. Esta posesión de una vida propia, aparte y secreta, va de sorpresa en sorpresa. La vida parece consistir en un formidable afán lírico, en una indomable voluntad de expresarse. Recordando a Ortega, podríamos decir que la obra de un artista es la huella profunda que otra vida humana ha dejado. Una fraterna conmoción a un tiempo deleitosa y dolorida. El trabajo es una constante búsqueda. La tierra, el agua, el aire recobrando su poder.

Materia, color y signos son parte de esta obsesión de encontrar en la obra equilibrio y fuerza. Y es que la obra de un artista tiene los mismo ímpetus originarios de la existencia personal: la curiosidad, la imaginación, la confianza en sí mismo, el afán de gozar y triunfar. Estos deseos, esos ímpetus, serían la base de una posible existencia superior que, desarrollada, podría refinar las almas de los que vivimos.

EL PRESIDENTE ADOLFO SUAREZ, DURANTE LA INAUGARACIÓN DE LA EXPOSICION DE ALONSO ALONSO EN WASHINGTON D.C.